Ayer me acerqué hasta la plaza de Colón para visitar la exposición de anatomía humana que lleva por título Bodies. La impresión que genera ver a nuestra especie más allá de cómo Dios la trajo al mundo queda atenuada por la presentación que sus organizadores tienen preparada. Hay algunos cuerpos casi enteros, simplemente despellejados, y algunas pieles sin cuerpo. A algunos de ellos se les han privado de ciertos músculos u órganos con el fin de que el espectador llegue a vislumbrar las zonas más interesantes. Mórbidas para algunos. Pero lo que más llama la atención es la manera de tratar el “género”. Los taxidermistas de la exposición, cortan los cuerpos de forma transversal, o a la altura de la cintura, en pequeños trozos, o en cuartos, en láminas e incluso en juliana. Sobre lo que queda de esos seres se puede leer: “éste espécimen…”. Parecen haber olvidado la procedencia del género. Humanos. Asiáticos para ser exactos. Algo que la organización tiende a no mencionar.
Hoy hace un año Rajoy, Aguirre y Gallardón salían al balcón de la calle Génova para celebrar la victoria que sus votantes les habían otorgado en las autonómicas y municipales de mayo de 2007. Con las manos entrelazadas Gallardón sugería al líder popular que saltaran para contentar a sus fieles. Todos reían. Como los carniceros de Bodies, hoy los líderes del PP en la ciudad y comunidad de Madrid, y el estado español parecen haber olvidado lo bien que se llevaban entonces. Poco a poco van sumándose las voces que reclaman a trozos parte del espécimen. Del espécimen Rajoy.
Es el caso de Elorriaga, el jefe de Comunicaciones de la casa popular, que pide su cabeza sin miedo a crear una escisión definitiva y entendiendo que es mejor cortar y empezar de cero. El ex presidente, el presidente de las FAES, aquel que lo puso en el trono, pide sus articulaciones: pretende que le paren los pies ahora que con sus manos no puede sujetar las críticas internas. Esperanza Aguirre simplemente aguarda. Poco a poco va chupándole la sangre al que otrora respaldase. Espera que el desgaste, o la hipotensión, hagan caer a su líder por sí sólo. Gallardón es uno de los pocos pulmones que le queda a Rajoy y sus declaraciones son para él como un soplo de aire limpio. Fraga, cuya edad no es propicia a los cambios, pide por su memoria, en su opinión el líder debe ser incuestionable hasta el congreso. Y los duros con su espantada le han ido despellejando a tiras.
Más allá del cuerpo de Rajoy se han desprendido no una sino dos almas que se transmiten hasta los fieles a través de dos voces de la conciencia independientes. Algunos podrán regirse por la voz de la razón. Otros se considerarán gente de mundo. Lo que está claro es que el desmembramiento del líder popular afecta y divide los planteamientos de un partido. Algunos pensamos que los cambios son positivos, especialmente para una oposición anquilosada. Nos decepcionamos cuando gente como Cascos pretende olvidarse de “acercar su ideario al centro para apostar por seguir las ideas liberales y del humanismo cristiano”. Aún así podemos llegar a creer en la regeneración de un ideario que huele antiguo, casi agrio. Aunque temo una regeneración de sangre por otra aún más “vieja”, nunca hay que conformarse con aquello de más vale malo conocido... No se ofenda el líder popular por las “rajadas” de sus camaradas. Para que haya revolución debe correr la sangre. Lamento que sea la suya señor Rajoy.
Hoy hace un año Rajoy, Aguirre y Gallardón salían al balcón de la calle Génova para celebrar la victoria que sus votantes les habían otorgado en las autonómicas y municipales de mayo de 2007. Con las manos entrelazadas Gallardón sugería al líder popular que saltaran para contentar a sus fieles. Todos reían. Como los carniceros de Bodies, hoy los líderes del PP en la ciudad y comunidad de Madrid, y el estado español parecen haber olvidado lo bien que se llevaban entonces. Poco a poco van sumándose las voces que reclaman a trozos parte del espécimen. Del espécimen Rajoy.
Es el caso de Elorriaga, el jefe de Comunicaciones de la casa popular, que pide su cabeza sin miedo a crear una escisión definitiva y entendiendo que es mejor cortar y empezar de cero. El ex presidente, el presidente de las FAES, aquel que lo puso en el trono, pide sus articulaciones: pretende que le paren los pies ahora que con sus manos no puede sujetar las críticas internas. Esperanza Aguirre simplemente aguarda. Poco a poco va chupándole la sangre al que otrora respaldase. Espera que el desgaste, o la hipotensión, hagan caer a su líder por sí sólo. Gallardón es uno de los pocos pulmones que le queda a Rajoy y sus declaraciones son para él como un soplo de aire limpio. Fraga, cuya edad no es propicia a los cambios, pide por su memoria, en su opinión el líder debe ser incuestionable hasta el congreso. Y los duros con su espantada le han ido despellejando a tiras.
Más allá del cuerpo de Rajoy se han desprendido no una sino dos almas que se transmiten hasta los fieles a través de dos voces de la conciencia independientes. Algunos podrán regirse por la voz de la razón. Otros se considerarán gente de mundo. Lo que está claro es que el desmembramiento del líder popular afecta y divide los planteamientos de un partido. Algunos pensamos que los cambios son positivos, especialmente para una oposición anquilosada. Nos decepcionamos cuando gente como Cascos pretende olvidarse de “acercar su ideario al centro para apostar por seguir las ideas liberales y del humanismo cristiano”. Aún así podemos llegar a creer en la regeneración de un ideario que huele antiguo, casi agrio. Aunque temo una regeneración de sangre por otra aún más “vieja”, nunca hay que conformarse con aquello de más vale malo conocido... No se ofenda el líder popular por las “rajadas” de sus camaradas. Para que haya revolución debe correr la sangre. Lamento que sea la suya señor Rajoy.
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